El primer traslado que sufrió esta misionera fue de niña, cuando sus padres tuvieron que emigrar a Madrid para buscar trabajo. Saltó el 'charco' después de terminar sus estudios de Teología. Estuvo influida por las doctrinas del sacerdote Benito Ardiz y, sobre todo, del obispo ecuatoriano Leónidas Proaño, «uno de los patriarcas de la iglesia Latinoamericana», detalla.
Esa misionera extremeña se pasó el primer año de sus misiones conociendo la realidad. «Estuve dando vuelta por Riobamba, porque no se puede incidir en la sociedad, si no se conoce». Considera que en las culturas hay que entrar «en silencio y descalza». A partir de ahí, inició su labor en las comunidades, con una población principalmente indígena. Además de dar clases, trabajó en esos núcleos para dotarles de «agua, luz y caminos». El siguiente paso fue mejorar su economía. Para ello, se crearon las tiendas comunitarias. Julia Serrano, junto con su equipo, también propició la formación de botiquines. «Los indígenas trabajan la medicina de la armonía del ser», dice. Este trabajo se une a la defensa de los derechos del pueblo originario y de que Ecuador es multicultural y multiétnico.
Aunque de vez en cuando Julia Serrano retorna a Extremadura para ver a sus seres queridos, de momento no tiene intención de volver de una forma definitiva. Ahora, su familia también son las comunidades indígenas donde trabaja.
Fuente de Hoy.es