domingo, 3 de junio de 2007

Amor clandestino.

Nuestros destinos se enlazaron, pero no se unieron.
Volveré a mis cenizas, volveré a cerrar los ojos bajo la tormenta.
Una ilusión, un latido efímero una profundidad insondable.
Quise llegar arriba mientras sujetaba esa cuerda invisible que a veces resurgía y sólo me quedé con las manos erosionadas, agrietadas y hambrientas.
Y algo se quedó en mí. La fuente inagotable, inspiradora de recursos, esas palabras que nunca mueren, portadoras de miles de mensajes ocultos.
La fuerza del nuevo día.
La lluvia tiene otro significado.
Y cuando amanece, permanezco contemplando los múltiples colores de la mañana mientras la gente pasa alrededor de mi, sorteándome, dirigiéndose a sus trabajos, con al mirada baja y el frío en sus ojos.
Y yo, continúo.